Por Eugenio M. Fernández Aguilar
Imagen / Pexels / Alex Dos Santos
¿Te consideras ecléctico? Desde la filosofía antigua hasta el arte y el estilo de vida moderno, el eclecticismo sigue siendo un enfoque para quienes buscan integrar lo diverso en una visión única y adaptable.
La palabra ecléctico tiene su origen en el griego eklektikos, que significa "elegir". Desde la filosofía antigua hasta nuestros días, ha descrito una postura que selecciona y combina elementos diversos para construir una visión o estilo propio. Este concepto, aplicado originalmente en el ámbito filosófico, busca unir lo mejor de distintas doctrinas o escuelas, evitando el dogmatismo y promoviendo una perspectiva amplia e integradora.
Con el tiempo, "ecléctico" se ha expandido hacia muchas áreas: el arte, la psicología, el pensamiento político y hasta el estilo de vida. Actualmente, describe a quienes eligen diversas influencias y puntos de vista, para alinearse con un solo "bando" ideológico o cultural. Con este artículo sabrás cómo el eclecticismo se originó en la filosofía antigua, su relación con el sincretismo, su impacto en el arte y su adaptación a la vida moderna.
Origen filosófico del eclecticismo
El eclecticismo filosófico se originó en la antigua Grecia y Roma como una respuesta a las rigideces de las grandes escuelas filosóficas, tales como el estoicismo, el escepticismo y el epicureísmo. En lugar de seguir fielmente una sola doctrina, los filósofos eclécticos intentaban construir una visión más práctica y completa, seleccionando ideas útiles de cada corriente. Antíoco de Ascalón fue uno de los primeros en proponer una síntesis entre el estoicismo y el escepticismo, tomando de ambas escuelas lo que consideraba más aplicable a la vida.
El enfoque ecléctico fue defendido también por Cicerón, quien abogaba por una postura abierta que integrara lo mejor de cada filosofía, sin quedar atrapado en el dogma. Según Cicerón, el eclecticismo era una herramienta para analizar el conocimiento desde múltiples perspectivas, y así, se permitía escoger ideas valiosas sin la obligación de adherirse a una escuela específica. Esta postura ganó relevancia en Roma, donde había una preferencia por lo pragmático y lo utilitario sobre lo doctrinario.
Durante la Edad Media, el eclecticismo filosófico se adaptó al contexto religioso de la época. Santo Tomás de Aquino utilizó un enfoque ecléctico al combinar el pensamiento de Aristóteles con la teología cristiana, construyendo una síntesis que influiría en la escolástica. En el Renacimiento, el eclecticismo revivió de la mano de filósofos humanistas que intentaban reconciliar la filosofía clásica con las nuevas corrientes científicas. Este método integrador permitió que la filosofía se convirtiera en un puente entre el conocimiento antiguo y los descubrimientos modernos, sentando así las bases de lo que hoy consideramos una actitud abierta y crítica en la ciencia.
Por tanto, en el sentido filosófico, un ecléctico es alguien que se aleja del dogmatismo y elige activamente combinar lo mejor de diferentes escuelas de pensamiento, con el fin de construir una visión integral y funcional de la realidad. Al no adherirse completamente a ninguna doctrina, el ecléctico busca verdades parciales que, al ser integradas, enriquecen su comprensión del mundo. Su enfoque no responde a una única fórmula; es una invitación continua a analizar, seleccionar y, en última instancia, a adaptarse con libertad a las diversas perspectivas de conocimiento.
Cuidado. El enfoque ecléctico podría acercarse a la falacia del punto medio si se interpreta como un intento de encontrar una “verdad” intermedia entre dos posiciones, sin una base analítica sólida. Sin embargo, el verdadero eclecticismo filosófico no busca simplemente un punto intermedio, sino que examina cada idea por su mérito, integrando elementos que se consideran útiles o verdaderos, sin comprometer la coherencia interna. Es decir, un ecléctico no selecciona por balance, sino por valor práctico y aplicabilidad en la realidad, evitando así caer en esta falacia.
Eclecticismo y sincretismo
A menudo, el eclecticismo se confunde con el sincretismo. En el DRAE incluso la palabra "sincrético" aparece como sinónimo de "ecléctico". Aunque ambos términos describen la combinación de elementos distintos, el eclecticismo se diferencia porque busca integrar ideas de diversas fuentes de manera coherente y con una finalidad específica. Por otro lado, el sincretismo mezcla tradiciones sin necesariamente analizar su compatibilidad o coherencia interna. El sincretismo es común en religiones como el cristianismo popular, donde se asimilan prácticas y creencias previas sin preocuparse por la lógica subyacente.
En cambio, el eclecticismo implica un proceso de selección consciente y una estructuración deliberada. Un pensador ecléctico podría incorporar ideas de varias escuelas, pero con el propósito de crear una teoría armoniosa y funcional, mientras que un enfoque sincrético simplemente acumularía elementos de diferentes doctrinas. Esta diferencia es importante porque el eclecticismo ha buscado a lo largo de la historia construir algo nuevo a partir de elementos antiguos, manteniendo un propósito claro y una cohesión conceptual.
Eclecticismo en el arte y la arquitectura
No podía ser de otra manera, un concepto filosófica suele acabar teniendo eco en las artes. El eclecticismo en el arte alcanzó su apogeo en los siglos XIX y XX, especialmente en la arquitectura. En esta época, los arquitectos eclécticos mezclaron estilos de diferentes épocas, como el gótico, el clásico y el renacentista, para crear edificios que reflejaban la diversidad cultural de la época. Este enfoque se conoce como "arquitectura ecléctica" y se puede observar en edificios emblemáticos como el Palacio de Cibeles en Madrid y el Banco de España en Madrid, donde elementos de distintas tradiciones arquitectónicas conviven en una estructura única.
El eclecticismo artístico también se extendió a la pintura y la escultura. Durante el Renacimiento y el Barroco, los artistas eclécticos combinaban influencias clásicas con estilos modernos, creando una estética que abarcaba lo mejor de varias corrientes. Esta libertad para elegir entre múltiples estilos y técnicas permitió a los artistas crear obras que transmitían una riqueza visual y conceptual que una única escuela no podría haber logrado.
Ecléctico: un modo de vida
En el mundo actual, el eclecticismo ha llegado a describir a aquellas personas que se rehúsan a identificarse completamente con una ideología o un estilo específico. Actualmente las divisiones políticas y culturales son cada vez más marcadas, especialmente en las redes sociales. Esto empuja a muchas personas a refugiarse en el eclecticismo, ya que supone una forma de integrar perspectivas diversas, sin adherirse rígidamente a un solo “bando”. Esta postura ecléctica permite adoptar ideas progresistas en algunos aspectos y conservadoras en otros, seleccionando lo que consideran más válido de cada corriente.
En la música, la moda y el arte contemporáneo, el eclecticismo es un símbolo de creatividad y libertad. Músicos y artistas combinan géneros y técnicas de diferentes culturas y épocas, reflejando la variedad de influencias que caracteriza a nuestra sociedad globalizada. En la moda, un estilo ecléctico puede incluir piezas vintage junto a prendas modernas, creando una identidad visual que se nutre de distintas fuentes sin seguir reglas estrictas. Esta aplicación del eclecticismo en la vida cotidiana refleja el valor de la flexibilidad y la adaptabilidad en un mundo en constante cambio.
Un ecléctico actual es, por tanto, alguien que construye su identidad a partir de ideas y estilos variados, sin necesidad de encasillarse.
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