Por Miguel Angel Sabadell
Con un tamaño de 100.000 años-luz de diámetro, nuestra galaxia aloja cien mil millones de estrellas y decenas de millones de nebulosas. Y entre todas ellas nos encontramos con objetos más que peculiares. Esta es nuestra selección.
Una explosión misteriosa
Puestos a buscar explosiones extrañas, ninguna como la del año 1843. Aquel año una de las estrellas más masivas que se conocen, Eta Carinae, explotaba. Se encuentra a 7 500 años-luz de nosotros, tiene una masa de 100 soles y es 4 millones de veces más brillante que nuestro querida y diminuta estrella amarilla. En el momento de la explosión arrojó al exterior materia suficiente para formar varios soles a una velocidad de más de tres millones de kilómetros por hora. Pero lo más sorprendente y misterioso es que la estrella quedó como si nada hubiera pasado. Siglo y medio más tarde, el telescopio espacial Hubble fotografió la nebulosa del Homúnculo que la rodea: dos inmensas verrugas en la piel de esta supergigante azul. En 1997 se descubrió que los cambios en su espectro seguían un patrón regular, con un periodo de 5 años y medio. ¿Es prueba de que hay “algo” orbitando allí?
El devorador de estrellas
El canibalismo también existe en el universo. No solo hay galaxias que se comen a otras, y la nuestra lleva millones de años digiriendo a una más pequeña al otro lado de donde nos encontramos, sino también las estrellas. Eso le pasa a la pobre estrella que acompaña a un agujero negro que viaja a gran velocidad por la Galaxia, a 145 km/s respecto a nosotros. El objeto se llama XTE J1118+480 y fue descubierto por el satélite de rayos X Rossi en marzo de 2000 y se encuentra justo encima de nosotros ?respecto al plano galáctico? y muy cerca, a sólo 6.000 años-luz.
Es posible que este agujero negro fuera “expulsado” hace 7.000 millones de años de uno de los muchos cúmulos globulares que se encuentran formando un halo esférico alrededor de la Galaxia y que se supone que se formaron con estrellas de las primeras épocas de formación de la Vía Láctea. Con una masa de unas siete veces la del Sol, antes de comenzar su viaje el taimado agujero negro recogió una de las estrellas del cúmulo, como si de un snack para el camino se tratara. Pero esa bolsa de patatas fritas estelar está próxima a terminarse: ya sólo le quedan las capas internas. Ahora los astrónomos se preguntan dónde hay más de estos 'caníbales', que estiman en centenares de miles.
Un brillo desbocado
Si una noche clara de verano miramos hacia la constelación del Cisne, la cruz del norte, en un rincón descubriremos a P Cygni, una estrella débil, de quinta magnitud ?a simple vista y con buen cielo podemos ver hasta la sexta? que para los astrónomos aficionados es una más entre las diferentes estrellas variables que pueden ver en el cielo ?aunque bien es cierto que define un tipo característico de variables que llevan su nombre?. ¡Qué equivocados estamos! P Cygni es una de las estrellas más luminosas conocidas y emite 700.000 veces más rápido energía que nuestro Sol. Habitualmente su brillo suele oscilar un 20% ?0,2 magnitudes? pero de vez en cuando se desboca. Hacia el año 1600 su brillo aumentó hasta la tercera magnitud, algo que volvió a repetir a mediados del siglo XVII.
Situada a 6000 años-luz de nosotros, esta estrella azul eyecta materia gaseosa durante sus cambios de brillo. Lo que estamos observando es un corto estadio en la vida de una estrella muy masiva, que dura unos 100.000 años.
El monstruo
En el interior del resto de supernova conocido como W50 se encuentra una verdadero monstruo, SS433. Situado en la constelación del Águila, a través del telescopio se percibe como una débil estrellita de 14ª magnitud ?visible duramente con un telescopio de aficionado casi profesional, con un objetivo de 30 cm de diámetro?. Situada a 18.000 años-luz de nosotros, hubiera sido una más de los cientos de miles de millones de estrellas que pueblan nuestra galaxia si no fuera porque los astrónomos B. Stephenson y N. Sanduleak la incluyeron en su catálogo con el número 433 y que registraron como una estrella débilmente variable. Pero no nos equivoquemos. SS 433 ha sido descrita como una verdadera anomalía cósmica que ha motivado cientos de trabajos especializados y ha convocado decenas de simposios internacionales.
Es el motor que alimenta a una zona repleta de gas W50, muy similar a la conocida Nebulosa del Cangrejo pero con la diferencia de que es invisible en el óptico. Los astrónomos han observado que la transferencia de energía se realiza de una forma que es muy habitual en el cosmos: dos chorros de materia que salen despedidos en sentidos opuestos y a velocidades cercanas a la de la luz. Pero el verdadero corazón de SS433 ha sido un verdadero secreto, hasta el punto de que algún astrónomo lo ha llamado el objeto más misterioso del siglo XX. Sin embargo, recientes observaciones con el Very Large Array (VLA) en Socorro, Nuevo México ?si recuerdan la película Contact es el grupo de radiotelescopios con el que se recibe la señal extraterrestre?.
Al parecer se trata de una binaria muy cerrada, dos estrellas que rotan una en torno a la otra con un periodo de 13 días. Pero lo fascinante es que se trata de una extraña pareja: una estrella bastante normal de 3,2 veces la masa del Sol y una estrella de neutrones de 10 kilómetros de ancha y casi una masa solar, que le “chupa” materia a su compañera y forma a su alrededor un disco de acreción ?como el vórtice que se origina cuando destapamos una bañera llena de agua.
Debido a las altas velocidades que alcanza, gran parte de esa materia sale despedida por los polos de la estrella de neutrones a 80.000 km/s, como si se tratase de un potente aspersor cósmico. ¿Se trata de una versión en miniatura del tipo de proceso que sucede con los superagujeros negros en el centro de las galaxias activas y cuásares?
Estrella errante y de Fórmula-1
Hace 100 millones de años, tres estrellas ligadas gravitatoriamente entre sí viajaban por el caluroso centro de nuestra galaxia. Fue entonces cuando sucedió algo que cambió su vida para siempre: este sistema triple pasó demasiado cerca del enorme agujero negro que ocupa el centro de la Vía Láctea, capturó una de las estrellas y lanzó a las otras dos a una velocidad de más de 2,5 millones de kilómetros por hora. Esto significa 3 veces más rápido que la velocidad que lleva el Sol alrededor de la Vía Láctea y dos veces la velocidad de escape de la Galaxia. En el camino las dos estrellas se fundieron dando lugar a una estrella azul supercaliente que, aún hoy, fuera ya de nuestra gran ciudad cósmica, se aleja a esa velocidad de infarto.
Esto es lo que los astrónomos suponen que le pasó a la estrella conocida como HE 0437-5439, una de las más rápidas jamás detectadas. Desde 2005 se han detectado 16 de estos astros superrápidos, exiliados forzosos de nuestra Galaxia (la teoría predice que el superagujero negro central lanza una estrella al espacio intergaláctico cada 100.000 años). Ese se cree que es el origen de las estrellas errantes, aquellas a las que cantó Lee Marvin en la película La leyenda de la ciudad sin nombre.
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