Por Victor Candel
Si eres de esas personas que no tienen muy claro qué son las competencias y tampoco conoces la importancia que adquieren para afrontar una entrevista de trabajo con probabilidades de éxito, has tenido suerte, este post es para tí.
Voy a contarte tres cosas que tienes que hacer bien… nada más. Por el momento puedes olvidarte de clasificaciones y definiciones técnicas sobre las competencias.
Un paso por delante
No puedes ir a una entrevista solo con actitud “a ver qué pasa”. Tienes que saber qué es lo que va a pasar, tienes que anticiparte a lo que va a pasar, es más, debes ser tú quien propicie que pase lo que tú quieras que pase.
Por un lado, estás tú. Tus servicios, tu fuerza de trabajo… puede parecer muy básico, pero es necesario que tengas un conocimiento profundo de lo que puedes aportar y de cómo vas a hacerlo. Conocerte a la perfección y tener muy clara cuál es tu propuesta de valor, la cual te va a permitir desenvolverte con soltura y con la confianza necesaria para resultar creíble.
Por otro lado, está la empresa o cliente con quién aspiras a trabajar.
El conocimiento de lo que puedes ofrecerle se queda muy “en el aire” si no aterrizas en cuáles son sus problemas y sus necesidades y cómo tú vas a ayudarles a resolverlos o, como poco, a minimizarlos.
Es extremadamente importante que conozcas su lenguaje para poder hablarles en términos que entiendan.
Permíteme que te de algunas recomendaciones:
1. Una vez superada la fase en la que tienes que conocerte para poder crear tu propuesta de valor, olvídate de ti y piensa exclusivamente en la empresa o cliente. Es primordial que asumas este cambio de enfoque, el mercado está saturado de personas que buscan empresas o clientes que cubran sus aspiraciones y, por el contrario, está necesitado de personas que aporten soluciones.
2. Casi todas las empresas o clientes buscan un beneficio económico. Tenlo muy presente, buscan que sus clientes estén satisfechos, claro que sí, pero para que puedan comprar más productos y servicios. Ese es su idioma… ¿vas a contarles cómo puedes ayudarles a ganar más dinero? ¿a reducir costes? ¿a ganar tiempo? Si es así seguro que les va a interesar lo que tienes que contarles.
3. No sigas diciendo que quieres encontrar una empresa “donde desarrollar todo tu potencial y poner en práctica todos lo aprendido durante tantos años de experiencia o estudios” (vuelve a leerlo con tono puntilloso y con poca gracia). Que sí, que muchos buscamos eso, pero no es lo que quieren oír… eso es hablar exclusivamente de ti y te aseguro que están muy cansados de escucharlo.
Esto que os acabo de contar podemos englobarlo bajo la competencia PROACTIVIDAD.
Oír bien para escuchar mejor
Oír es un acto involuntario, por ejemplo, cuando estás escribiendo un post y oyes como explota un globo en el patio de tu casa.
Escuchar es un acto voluntario, en el que procesamos la información que oímos y ponemos toda nuestra atención en el mensaje que estamos recibiendo. Escuchar, con toda nuestra atención, es lo que tenemos que hacer en una entrevista de trabajo.
Y… ¿sabéis que pasa? pues que no escuchamos, es tal la cultura de la inmediatez en la que vivimos que hasta para escuchar somos impacientes. Nos falta calma para escucharnos a nosotros mismos, incluso a nuestro cuerpo. Sí, es verdad, vamos de un lado para otro y nos falta tiempo, nos cuesta encontrar la calma para hacerlo.
Y claro, llegamos a la entrevista y nos precipitamos, no enlazamos correctamente los temas, pensamos que “por lo menos les he dicho lo que quería decirles” y después no te llaman y te extrañas… “con lo bien que me salió la entrevista”.
Tienes que prestar atención real a lo que te diga la otra persona, a lo que sienta, te diría que hasta a lo que intuyas que le preocupa, en definitiva, a todo lo que subyace. Pregunta cuando no tengas claro algo de lo que te haya dicho.
Respetar los silencios puede resultar incómodo, pero es piedra angular de todo esto. No te precipites, calma, que se produzca un silencio no tiene por qué significar que es el momento de hablar.
Por cierto, otra cosa, hablando también se escucha… no lo olvides por favor.
Encontrar la calma necesaria para escuchar bien es más fácil cuando eres capaz de manejar el estrés que estas situaciones puedan crearte. No te voy a dar consejos de respiración, pero si puedo asegurarte que cuando has hecho los deberes, te conoces y sabes cómo puedes ayudar a esa empresa o cliente los niveles de estrés bajan y te permiten escuchar y poner el foco en la persona con la que te estás entrevistando y, por si fuera poco, es un bálsamo para expresarte con muchísima más calma.
Os dejo aquí un post de David Barreda que refleja algunas realidades en este sentido: La manía de acabar las frases del otro.
Esta es la segunda tarea que tienes que hacer bien, podemos llamarla ESCUCHA ACTIVA.
Es tu momento, dispara
Has llegado hasta aquí siguiendo los pasos anteriores, es el momento de rematar la faena.
Es el momento de hablar, ahora sí, te toca. Tienes que contar cómo tu propuesta de valor personalizada para esta empresa o cliente va a solucionar problemas, ahorrar tiempo, dinero o, al menos, hacerle la vida más fácil a alguien (importante que ese alguien no seas tú).
Para hacerlo bien en este momento, tienes que querer que pase, debe ser un acto consciente y voluntario.
Los mensajes que emitas deben estar fundamentados y adaptados a la persona que te escucha. Muestra evidencias de lo que estás contando y no actives el “modo papagayo” que es ese momento en el que empiezas a soltar todo eso que traías preparado sin mostrar la más mínima flexibilidad en la interacción.
No tienes todo el tiempo del mundo, sintetiza tu mensaje todo lo necesario. Analiza la situación para saber si puedes contar la versión extendida, la versión comercial o sólo puedes contar el tráiler.
Por favor, coherencia, lo que cuentes tiene que estar totalmente alineado con lo que aparece en tu curriculum, lo que transmites en redes sociales y profesionales y con lo que cuenten de tí otras personas.
Tu capacidad para improvisar y para adaptar tu mensaje, con naturalidad, a lo que esté ocurriendo durante la entrevista dirá mucho de tus capacidades.
Tienes que tener claro que tu cuerpo también comunica. Cuando crees en tí tu cuerpo está en posición expandida (como en atletismo cuando llegas a meta), si no crees, tienes posición encogida, agarrotada.
Cree en tí, sin fingirlo, sintiéndolo, por el hecho categórico de que tienes un producto (tus servicios) que merece la pena comprar.
Creo firmemente en el poder del lenguaje no verbal, para quien te escucha y para tí mismo. Lo que hagas con tu cuerpo afecta a tu mente, tu mente afecta a tu comportamiento y tu comportamiento puede alterar tus resultados.
Como te he sugerido, muestra evidencias de los mensajes que vayas lanzando, te lo digo porque los hará reales y creíbles. Contar cómo has hecho con éxito lo que les interesa de tí en otros contextos siempre funciona, pero… ¡ojo! No te van a contratar por lo que hiciste, lo harán por lo que seas capaz de hacer. Como bien dice mi amiga Elena Arnaíz, en tus entrevistas de trabajo, ¿respondes preguntas o negocias?
A esta última parte se le llama COMUNICACIÓN, a mí me gusta llamarla comunicación INTELIGENTE. Inteligente porque no sólo hablamos, hablamos sabiendo qué decimos, cuándo lo decimos y a quién se lo decimos.
¿Qué otras competencias consideras tú necesarias para afrontar una entrevista de trabajo con probabilidades de éxito?
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