Por Sonora Star
La época navideña suele traer consigo sentimientos de paz, tranquilidad y descanso. Definitivamente, es un momento lleno de tradiciones donde las familias y seres queridos se reúnen para pasar momentos felices e inolvidables. Es una mezcla de sensaciones que no vivimos en ninguna otra época del año.
Un escape para la ansiedad
Los frentes diarios pueden ser estresantes, el día a día nos consume y vamos acumulando cansancio. Por otro lado, nos encontramos con la incertidumbre, esa que muchas veces es el mejor alimento para los pensamientos catastrofistas.
Por todo ello, muchas personas necesitan una época como la Navidad. Una fecha especial cada año en la que poder viajar a la infancia, reclamar el derecho a sentirnos tristes por los que ya no están o disfrutar con aquellos que buena parte del año están lejos. Un tiempo para abrir paquetes, pero sobre todo, para abrir los brazos.
Los experimentos de laboratorio y los estudios de campo muestran que las acciones estructuradas y repetitivas que intervienen en los rituales navideños, como brindis, cena de Navidad o incluso romper piñatas, pueden actuar como un amortiguador frente a la ansiedad al convertir nuestro mundo en un lugar más predecible.
Por supuesto, muchos de estos rituales se pueden realizar también en otros momentos del año, pero durante las Navidades adquieren mayor significado. Se celebran en un sitio especial (la casa familiar) y con un grupo especial de personas (nuestros parientes y amigos más cercanos).
Por eso hay más gente que viaja durante las vacaciones de final de año que en cualquier otra estación. Las reuniones de personas llegadas desde lugares lejanos ayudan a dejar atrás las preocupaciones y permiten reconectar con las viejas tradiciones familiares.
Las comidas tradicionales
No hay tradición navideña completa sin una comida festiva. Las largas horas pasadas en la cocina para que la comida esté deliciosa se ven compensadas por las horas pasadas degustando la comida o socializando en la sobremesa. Además, como es lógico, las ocasiones especiales exigen comidas especiales. Estas recetas suelen incluir ingredientes secretos, pero no solo culinarios, sino también psicológicos.
Y es que compartir la comida es un símbolo de comunidad, reúne a toda la familia alrededor de la mesa y allana el camino a la conversación y la conexión. Diversos estudios muestran que realizar un ritual antes de una comida mejora la experiencia de comer y hace que los alimentos parezcan más sabrosos.
Otros estudios han descubierto que cuando los niños participan en la preparación de la comida, disfrutan más de ella, y que, cuanto más tardamos en preparar un plato, más lo apreciamos luego. Así que se puede decir que el esfuerzo y el alarde asociados a los banquetes realzan la experiencia gastronómica.
Los regalos tradicionales
Una de las tradiciones navideñas es el intercambio regalos. El acto de regalar refuerza los vínculos sociales al obligarnos, aunque solo sean unos minutos u horas, a pensar en el otro. La satisfacción de dar y recibir obsequios permite disfrutar a los que participan en el intercambio de regalos.
Familia y tradiciones navideñas
Sin duda, la función más importante de la Navidad es el mantenimiento y el refuerzo de los vínculos familiares. De hecho, para los parientes que viven lejos, los rituales de estas fiestas pueden ser el pegamento que mantiene unida a la familia. Los niños, al participar en las tradiciones navideñas, desarrollan vínculos más fuertes con sus familiares. Además, tener mejores recuerdos de los rituales familiares va asociado a unas interacciones más positivas con los hijos.
Resumiendo, rituales y costumbres son indicadores de identidad y de pertenencia al grupo. Por ello, esta época que está llena de tradiciones navideñas, genera sentimientos de pertenencia y fomenta la generosidad. Quizás solo sea una excusa, pero, si es para todo lo que nace de ella, ¿no merece la pena?
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