Por Sonia Heras Gastélum
El duelo es un proceso de adaptación emocional que se vive tras cualquier perdida. Es la reacción de la psique ante la perdida de una persona, animal u objeto significativo. Se trata de una reacción principalmente emocional y de conducta que se caracteriza principalmente por el sufrimiento.
El duelo también se puede exteriorizar con llanto, rabia, ataques violentos y muchas otras emociones que son consideradas “normales” en estos momentos, como:
- Tristeza
- Enfado
- Culpa
- Ansiedad
- Fatiga
- Shock
- Soledad
- Impotencia
- Insensibilidad
Para poder vivir un buen proceso de duelo es necesario no tratar de huir de estas emociones, pues no se pueden enfrentar si no se aceptan y se sienten.
Al vivir un duelo es normal tener en una etapa inicial de incredulidad y entrar en un estado de shock, e incluso una negación que puede durar horas, semanas o meses. A esto se le suma un sentimiento arrollador de tristeza expresado con llanto frecuente. Pero, en muchas ocasiones, lo que oficializa la realidad de la muerte es el funeral. Este cumple con varias funciones, como la de separar al difunto de los vivos.
También es normal sufrir un dolor por la separación, desinterés por lo que sucede en el mundo; la rabia emerge y con ella también la angustia. En esta fase es común que las actividades del doliente pierdan significado y esto va disminuyendo con el tiempo, pero pueden repetirse en ocasiones, como en los aniversarios luctuosos.
En la fase final del duelo, la persona comienza a notar una reconexión con la rutina de la vida diaria y una estabilización de los altibajos sufridos en etapa anterior. Los recuerdos del ser querido traen consigo sentimientos de cariño, mezclado con tristeza o nostalgia en lugar de un dolor agudo.
Aunque la duración del duelo varía de persona en persona, este suele durar entre 6 meses y 1 año cuando se trata de la pérdida de un ser querido allegado. En caso de que los síntomas del duelo no cesen después de este tiempo y provoquen problemas en la rutina, es muy importante acudir a un profesional de la salud mental. ya sea un psiquiatra o un psicoterapeuta, ya que la persona afectada podría estar viviendo una depresión, lo que implicaría un duelo patológico.
Existen también terapeutas especializados en procesos de duelo. A estos se les conocen como tanatólogos.
Etapas del duelo
El duelo consta de 5 etapas, las cuales no siempre se cumplen todas ni tampoco se viven en orden pues, como se mencionó anteriormente, cada persona lo vive de manera diferente.
- Negación: La negación es una reacción que se produce de forma habitual después de una pérdida. Es normal cuando experimentamos la muerte súbita de una persona cercana. Tenemos una sensación de irrealidad o incredulidad que puede acompañarse de una “congelación” de las emociones, similar a cuando se tiene una pesadilla.
- Ira: Con frecuencia el primer contacto con las emociones tras la negación puede ser la ira. Se desatan sentimientos de frustración y de impotencia que pueden acabar en atribuir la responsabilidad de una perdida irremediable a un tercero.
- Negociación: En esta fase se comienzan a explorar o realizar cosas para intentar revertir la situación, como reflexiones sobre “¿qué habría pasado si hubiera dicho/hecho esto…?”.
- Depresión: A medida que avanza el proceso del duelo y se va asumiendo la realidad de la perdida, se comienza a experimentar emocionalmente la ausencia, pena, nostalgia, aislamiento social y perdida de interés en lo cotidiano. Aunque a esta fase se le denomina “depresión”, lo más correcto sería denominarla como “tristeza”, perdiendo así la connotación de algo patológico. De algún modo, solo doliéndonos de la perdida se puede comenzar a transitar el camino para seguir la vida a pesar de la tristeza.
- Aceptación: Esta fase se caracteriza por la llegada de un estado de calma asociado con la comprensión, no solamente racional sino también emocional, de que la muerte y otras perdidas son fenómenos inherentes a la vida humana.
El duelo no es una enfermedad, sin embargo, puede llegar a serlo si su elaboración no es la correcta.
Es parte de la vida. No obstante, en ocasiones puede acabar complicándola, de manera que la persona queda atrapada en ese dolor que le impide seguir adelante. Esto puede ocurrir de varias formas, como cuadros depresivos intensos, conductas de huida de las emociones que el duelo genera a través del uso de alcohol u otras drogas, reaparición en una perdida presente de emociones y sentimientos de un duelo no resuelto del pasado.
Tipos de duelo
Existen diferentes tipos de duelo como los duelos congelados, reprimidos, psicóticos, entre otros. A continuación se mencionan los más comunes:
- Duelo bloqueado: Ocurre cuando la persona se encuentra en la fase de negación ante la realidad de la pérdida. Este bloqueo emocional se manifiesta con el paso del tiempo, pues el dolor sigue ahí aunque se niegue.
- Duelo complicado: Se caracteriza por síntomas o conductas de riesgo sostenidas y que son de una intensidad riesgosa para la salud de la persona que se encuentra dentro de un contexto de perdida.
- Duelo patológico: Es cuando la persistencia o intensidad de los síntomas ha llegado a detener la vida laboral, social y/o académica de alguno o varios de los miembros de la familia.
Para completar el duelo se necesita aceptar y experimentar la realidad de la perdida, sentir el dolor y todas sus emociones, adaptarse a un ambiente sin la presencia del ser que murió, aprender a vivir con su ausencia, tomar decisiones en soledad, retirar la energía emocional y reinvertirla en nuevas situaciones o relaciones.
Para finalizar, me gustaría compartir algunos consejos para vivir un proceso de duelo sano:
- Busca el apoyo de familiares y amigos. Es normal que prefiramos estar solos, dependiendo del momento y de la persona. No saber lo que queremos también es normal, así que ten paciencia, no te culpes y ve a tu ritmo.
- Permítete sentir y vivir el duelo, intenta no bloquear o evitar pensamientos y emociones.
- Es importante permitir que los recuerdos surjan. Comparte los buenos y malos momentos. No hay razón para ocultar el dolor o la alegría.
- Encuentra pequeños espacios de bienestar. Es necesario darse permiso para vivir y sentir.
- Intenta no tomar decisiones importantes de forma precipitada. En ocasiones, la emoción es la que intenta controlar las decisiones y no siempre es acertada o la de mayor beneficio.
- Intenta cuidar de ti mismo a través de la sana alimentación, el ejercicio, el descanso y la reducción de hábitos tóxicos. Puedes salir a caminar, tomar aire fresco, y un poco de sol, escribir en un diario, dibujar, leer o cualquier actividad que sea agradable y sana para ti.
Recuerda: NO ESTAS SOLO. ¡ÁNIMO!
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